Cuando pierdes el hilo de una historia…

– Perdona, pero tienes un hilo.

Claro que tenía un hilo. El problema de vestir con una prenda negra es que cualquier cosa que se quede encima se nota mucho. Tenía un hilo. Llamaba mucho la atención. Desde que no convivo con gatas había vivido tranquilo pensando que me podía poner la chaqueta negra sin riesgo de que se me vieran cosas de otro color encima. Pero no, tenía un hilo.

– ¿Te lo quito?

Lo peor de tener cosas de las que no te habías dado cuenta es esa tendencia a arreglarlas que suele tener la gente que te rodea. No, no es suficiente que no te hayas dado cuenta de tener un hilo sobre tu chaqueta negra, no, te lo quieren quitar.

– Ya está. Era largo, ¿Qué pasa? ¿Ahora te ha dado por coser?

Pues no sé por dónde empezar. Realmente no tendría por qué dar explicaciones. Pero me acaba de quitar un hilo. Quizás sea lo menos que deba hacer. El caso es que no sé muy bien qué responder.

«Tienes un hilo aquí…».

– Me has quitado el hilo. He perdido el hilo de la historia. Perdona, no es buen momento…

Me fui a casa. Me quité la chaqueta negra porque me sentía sucio. Después de dos duchas, a pesar de haberme enjabonado, frotado y aclarado a conciencia, me seguía sintiendo sucio. Pero no podía hacer más. Me recosté en posición fetal en mi cama esperando que todo pasara. Pero no pasó. De repente, entre llanto y llanto, sentí que me asfixiaba. Tenía algo en la boca.

¡El hilo! Aquí estabas. Ya sólo me falta encontrar la historia de nuevo…

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.