Robert Smith y su obsesión por los corchetes que pudo acabar con The Cure.

Hoy os queremos sorprender.

Os vamos a contar una historia de esas que flotan en el ambiente sin darle la verdadera importancia que tienen. Esas historias que acaban convirtiéndose en leyenda con el tiempo o, quizás, de esas leyendas que acaban escondidas en la historia.

Después de que haya estado muy presente estos días, por sus recientes conciertos en la Península Ibérica, hemos vuelto a comprobar que, desde hace algún tiempo, nadie nombra el motivo por el que The Cure, sin duda uno de los grupos más importantes de finales del siglo XX y principios del XXI, estuvo a punto de no llegar a ser nunca tan importante y, además, no haber llegado a nuestros días como tal.

Hoy vamos a desenmarañar el asunto de la obsesión con los corchetes de Robert Smith, el líder de The Cure, que estuvo a punto de acabar con la banda varias veces cuando estaban en lo más alto.

Vamos con el tema. Aunque antes, para que no pille a nadie desprevenido, vamos a centrar un poco conceptos.

Lo primero, aunque suponemos que todas y todos los que pasáis por Juan Pedro Mercería y por esta página de sus historias entre alfileres y botones lo tenéis claro, ubicaremos el concepto “corchete” porque he visto caras muy raras al leer el título de esta historia. Aunque no debería, ya hemos comentado que esto no deja de ser lo que es: un espacio para las historias entre alfileres y botones de Juan Pedro Mercería.

Antes, también aclararemos, por si hay gente despistada, otros términos:

The Cure es una banda británica.

Su líder, y protagonista principal de esta historia, Robert Smith, es este:

Bueno, realmente es este:

Aunque, para ser precisos, ahora mismo es este:

Los corchetes se utilizan si dentro de un texto que va entre paréntesis es necesario introducir alguna aclaratoria adicional. Esto quiere decir que los paréntesis van por fuera y los corchetes por dentro, ejemplo: Robert Smith y su obsesión por los corchetes que pudo acabar con The Cure (aunque antes pudo acabar con todo el pop británico de aquel año [1999]).

Luego están los corchetes que se venden en las mercerías, que es de lo que nos ocupamos hoy (obviamente [que tenga yo que explicar estas cosas…]). Un corchete es un broche o cierre, fabricado con metal, que permite sostener o enganchar algo. En el ámbito de la moda y la indumentaria, el corchete se compone de dos piezas que se enganchan entre sí y permiten sujetar dos partes de una prenda. Los corchetes se utilizan en los corsés, en los sostenes, corpiños y en algunos pantalones y faldas.

¿Ya? ¿Estamos todas y todos en la onda? ¿Tenemos los datos suficientemente claros para que podamos empezar? Pues, mis queridos y queridas amiguitas, acercaos a la chimenea, poneos cómodas y vamos a la historia.

Robert Smith (en adelante “RS”) tenía una banda que se llamaba “Easy cure”. Ese fue el germen, breve, de lo que en 1976 se llamaría “The Cure”. RS dotó desde un principio a la banda de un aura existencialista y post-punk que, unidos a su estética (siempre de negro, con los labios y ojos perfilados y palidez facial), hizo que fueran encasillados con la etiqueta de góticos, algo que a RS (en adelante “Robert, sal a bailar”) no le hacía ni la menor gracia. Caminaron por el ya mencionado post-punk, por la new wave británica, el rock gótico o, incluso, la electrónica. Todo ello llevó a la banda de Robert, sal a bailar a convertirse en una de las bandas históricas del rock alternativo de los 90. Pero antes de llegar a los 90, The Cure pasó por muchos vaivenes que estuvieron a punto de acabar con el grupo. La más importante, sin duda, la que nos ocupa hoy. La que pasó a ser conocida (no demasiado, aunque una simple búsqueda en Google nos la mostrará*) como La crisis de los corchetes de la Isla de Wright.

El corchete (el metálico utilizado en prendas de vestir, no el ortográfico) apareció en la vida de Robert, sal a bailar, a mediados de los 80. Sin entrar en demasiados detalles, porque esto es un lugar de historias para todos los públicos, se cuenta que Robert, sal a bailar (en adelante “su, su, suave”) se enamoró perdidamente (¿acaso hay otra manera?) de una chica que seguía al grupo por todas partes y que se declaraba fan de su manera de cantar, tocar la guitarra y vestir. Aunque encontraba un pero en eso de la forma de vestir. Cuando empezaron a tener los primeros contactos íntimos ella se dio cuenta de que, si bien en el escenario aquellos ropajes negros y amplios eran un punto a favor, en la oscuridad del Aston Martin de los padres de su, su, suave, eran un gran freno a sus ansias de él. Pero eso no fue lo peor. Lo que desencadenó la crisis en la pareja que pudo ser y nunca llegó a ser, fue la inutilidad de su, su, suave, a la hora de enfrentarse a un elemento desconocido hasta aquel entonces para él: los corchetes que cerraban el sostén de ella. Preso de una gran sorpresa y un gran estupor, al encontrarse una barrera nunca imaginada antes por él, su, su, suave, comenzó a ver cada relación íntima (creo que con lo de “relación íntima” está quedando fino el asunto y no molestará a nadie por lo explícito) como un reto a superar y, a la vez, como una posible derrota. Por mucho que ella se aplicara a fondo en enseñarle las características de aquel elemento y de cómo proceder con él, el pequeño elemento metálico de dos piezas, el corchete, se acabó interponiendo en algo más que los dos cuerpos que buscaban desnudez para sus relaciones íntimas. Llegó un momento en el que todo estalló. Los padres de su, su, suave (en adelante, simplemente “Robert”) vendieron el Aston Martin, se compraron una autocaravana y pusieron tierra de por medio con su hijo. El grupo empezó a sufrir las tensiones propias del éxito incipiente no bien asimilado y comenzaron las fugas. Robert comenzó a hacerse más oscuro, se refugió cada vez más en su guitarra y dejó de interesarse por las mujeres, sin duda acomplejado por su inutilidad con los corchetes. De esa época surgen sus mejores y más aclamados éxitos musicales (miren de nuevo en Google **), no hay bien que por mal no venga, y el grupo empieza a convertirse en lo que todos sabemos hoy que ha llegado a ser. Pero la crisis de los corchetes ya había estallado. A partir de entonces, Robert, seguramente desquiciado por el éxito, la certeza de un sobrepeso futuro y, sobre todo, el no superar nunca aquella ruptura, empezó a desarrollar un extraño carácter que le hacía más y más esquivo. Y cuanto más se alejaba de la gente y se encerraba en sí mismo, mejores canciones componía y mayor facilidad tenía para hacer algo que no está reservado al común de los mortales: ser capaz de detectar corchetes (los metálicos no los ortográficos) en un rango de cinco metros alrededor suyo. Hay algunas fuentes que llegan a decir que era capaz de detectarlos incluso a diez metros, lo que empezó a dificultar su posición en los conciertos, hecho que le llevó a hacerse aún más esquivo y lejano.

Llegó un momento en el que, el triunfo del grupo era cada vez más grande y, la actitud de Robert con respecto a los corchetes, cada vez más insostenible. Y fue cuando todo estalló. El grupo se rompió en mil pedazos y anunció su disolución. Robert desapareció del mapa y los corchetes, como bien recordaréis, empezaron a aparecer con mayor frecuencia en nuestro país. Tanto que era casi imposible cruzarse con alguien por la calle que no llevara alguno en alguna prenda. Recordad vuestros ropajes por aquel entonces. Estamos hablando de los meses previos al cambio de milenio y todo parecía que iba a saltar por los aires. ¿Os acordáis del Efecto 2000? ¿De las predicciones sobre el fin del mundo? ¿De la llegada del Euro? Todo estaba a punto de estallar. Yo, si me permiten hablar en primera persona, empezaba a coger cierta soltura con los corchetes porque sabía que en ello estaba el futuro. Incluso adquirí una muy aplaudida habilidad de poder abrirlos con una sola mano ***. Pero se olía en el ambiente que todo iba a cambiar.

De repente, sin saber muy bien por qué, Robert (en adelante “Robert, sal a bailar que tú lo haces fenomenal”) dijo esas palabras que todos hemos soñado con decir en público alguna vez:

“He vuelto a juntar a la banda”.

Aunque fuera falso y lo único que había hecho era rodearse de otros músicos y revitalizar The Cure. Robert, sal a bailar que tú lo haces fenomenal parecía cambiado. Estaba más rellenito, por supuesto, pero también se notaba en sus ojos algo especial. O eso cuentan las crónicas. Miren en Google de nuevo****. Pero nadie supo muy bien qué era. Hasta que llegó 2007 y todo cuadró. Se anunció una importante gira mundial. La “Square Bracket Tour 2007”. Y ahí todo el mundo se dio cuenta y revisó las fotos y los archivos. La vuelta de Robert, sal a bailar que tú lo haces fenomenal se produjo envuelto en corchetes. Todo lo que en su indumentaria requería ser un punto de encuentro entre dos elementos, estaban unidos por corchetes. Hasta el nombre de la gira hacía referencia a ello. Insisto, miren en Google. En este caso el “translator”*****.

A partir de ahí, todo es historia ya conocida. The Cure es una banda que está en la historia ocupando un lugar entre las más grandes por derecho propio, los corchetes siguen siendo indispensables en nuestra vida diaria, Google nos sigue aportando todas las respuestas que no nos atrevemos a buscar, Robert, sal a bailar que tú lo haces fenomenal está cada día más gordinflas y, corre el rumor****** de que yo sigo manteniendo la habilidad de desabrochar corchetes de la espalda de alguien con sólo una mano… Pero eso último son rumores.

Y lo demás, mis queridos y queridas amiguitas, ya es otra historia…

Notas del traductor:

*: No, ninguna búsqueda de Google nos va a mostrar esto.

**: Sí, pueden buscar en Google los éxitos del grupo, pero no creo que los puedan relacionar con esto.

***: Esto está científicamente demostrado.

****: Na, ya pa qué…

*****: Esto sí que lo pueden comprobar.

******: Como se dice en «El hombre que mató a Liberty Valance», aquí nunca dejamos que una verdad destroce una leyenda…

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